¿¿Por qué nacemos un día cualquiera y otro nos marchamos de este mundo, y nos empeñamos en acotar toda nuestra corta o larga vida en una fecha??
Pues porque tiene que ser así para poder contarlo, sí contar: 1, 2, 3,… contar nuestra edad, nuestro lugar en la cola, el dinero que tenemos, el puesto que ocupamos en la empresa, etc. Todo tiene que tener un orden, somos números desde que nacemos, y desde entonces nos acompañan en DNIs, matrículas, móviles,… Estamos marcados.
Todos sin darnos apenas cuenta, cuando vamos al súper queremos coger el pan de molde que dure más tiempo y todos alguna vez nos hemos tomado un yogurt bastante pasado, y nos hemos dicho: no hay que ser tan estricto, sino pasa nada, no tiene importancia. Pero sí, sí que la tiene, porque aunque tu cumple cae martes y lo celebres el sábado, esperas y necesitas que ese día (el real) más que cualquier otro se acuerden de ti. Y son los que realmente le quitan esa importancia, los que ciertamente se sienten fatal cuando su cumple cae en miércoles y les felicitas el domingo: “Ups, es que se me había olvidado”.
No nos engañemos, todo tiene un tiempo (un principio y un fin), y todo es por algo.
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