Ya sabemos como son los niños, siempre haciendo travesuras, probando cosas nuevas, provocando a los mayores, cambiando nombres…
De pequeña me han llamado Piluca, Pilita y hasta “castaña Pilonga”. Ahora buscaba algo nuevo, pero no podía despegarme del María que mi padre tan responsablemente facilitó en el Registro Civil (nunca recuerda si delante o detrás de la denominación de piedra) y que finalmente me ha perseguido siempre.
Tenía que ser una premonición, cuando nada más terminada la carrera mi 1er empleo fue en un recién inaugurado club de golf de Alicante, rodeada de pequeñas bolas, sin saber que iba a acabar (aunque esto es todavía el principio) haciendo a todas horas también bolitas -éstas dulces- para degustar. Entonces MARIPI es esa loca de las “bolas”, que hoy viene a tocar tu puerta y a sugerirte que las pruebes, aunque con solo verlas sientas el impulso irrefrenable de llevártelas a la boca sin pedir permiso alguno.
Mmm, qué ricas!! Gracias ¿¿MARIPI, qué??